Con más de 7,300 satélites en órbita baja terrestre, el empresario Elon Musk ha consolidado con su proyecto Starlink el mayor sistema de internet satelital del mundo, superando por amplio margen a cualquier empresa o Estado soberano. La iniciativa, desarrollada por SpaceX, busca garantizar conectividad global, especialmente en zonas remotas, pero también ha generado preocupación por el enorme poder que acumula un solo actor privado en la infraestructura crítica de comunicaciones.
El crecimiento exponencial de esta constelación —que podría superar los 100,000 satélites en la próxima década— convierte a Starlink en un eje estratégico del futuro digital. Actualmente, el sistema presta servicios en más de 100 países, incluyendo cobertura en aviones, barcos y regiones en conflicto como Gaza y Ucrania, donde ha sido clave para la comunicación civil y militar.
Este lunes, SpaceX anunció el lanzamiento de otros 28 satélites Starlink V2 Mini desde Cabo Cañaveral, a bordo del cohete Falcon 9, sumando más unidades a su red de comunicaciones orbital. Se trata del lanzamiento número 470 del Falcon 9 y del intento número 442 de recuperación exitosa del propulsor, que aterrizará en la plataforma Just Read The Instructions (JRTI).
El avance de Musk ha dejado atrás a competidores como OneWeb (Eutelsat), Amazon (con su proyecto Kuiper), y la iniciativa satelital de la Unión Europea, que todavía enfrenta demoras estructurales. Mientras tanto, Starlink sigue sumando mercados, influencia política y relevancia estratégica en conflictos geopolíticos globales.
Diversas voces del sector defensa advierten que el control de Musk sobre la infraestructura satelital lo posiciona como un actor con capacidad de influir incluso en operaciones militares, algo inédito para un empresario privado.