Santo Domingo, R.D. – La cirrosis hepática, una enfermedad crónica que afecta la función del hígado, puede mejorar significativamente con una alimentación adecuada, según recomendaciones de la Sociedad Europea de Nutrición Clínica y Metabolismo (ESPEN).
Entre las principales causas de la cirrosis se encuentran el consumo excesivo de alcohol, hepatitis B y C, y el hígado graso. Un enfoque nutricional adecuado busca prevenir síntomas, evitar la desnutrición y controlar complicaciones.
Fibra, proteínas y grasas saludables
Una dieta rica en fibra —frutas, verduras, cereales integrales y legumbres— ayuda a prevenir el estreñimiento y a reducir el riesgo de encefalopatía hepática. Investigaciones han demostrado que las fibras fermentables mantienen la microbiota intestinal saludable y disminuyen la absorción de amoníaco.
Lejos de restringirse, las proteínas deben formar parte esencial del tratamiento. Se recomienda consumir entre 1.2 y 1.5 gramos de proteína por kilo de peso, priorizando pescado, pollo, huevos y fuentes vegetales. Deben evitarse carnes rojas, embutidos y alimentos procesados.
También se sugiere incluir grasas saludables como el aceite de oliva, aguacate y nueces, y una merienda nocturna para evitar hipoglucemias. El ayuno prolongado está contraindicado.
Dieta individualizada y control de líquidos
En pacientes con retención de líquidos, como ascitis o edemas, se debe controlar el consumo de sal y líquidos. La dieta debe ser individualizada, equilibrada y adaptada a la condición clínica de cada persona.