Amazonas, Brasil – Científicos han descubierto dos nuevas y coloridas especies de ranas venenosas en una remota región de la Amazonía brasileña, marcando un hito tras 13 años sin identificar nuevos miembros del género Ranitomeya. Las especies, pequeñas pero letales, fueron descritas en estudios publicados recientemente en las revistas especializadas ZooKeys (abril) y PLOS ONE (14 de mayo).
Se trata de la Ranitomeya aquamarina, con franjas turquesa sobre un fondo negro, y la Ranitomeya aetherea, de color rojo ladrillo con rayas celestes. Ambas habitan en zonas abiertas de bosque cerca del río Juruá, al oeste de Brasil, y presentan un patrón único de patas metálicas moteadas en cobre, semejantes a un estampado de safari.
Un hallazgo en el corazón del Amazonas
El acceso al hábitat de estas ranas no es sencillo: se requiere un vuelo en avioneta y luego un viaje en bote de 10 horas por el río. Esto, según explicó Esteban Diego Koch, coautor del estudio y candidato a doctorado en biología evolutiva, explica por qué pasaron tanto tiempo sin ser documentadas.
El descubrimiento fue posible gracias a la colaboración con comunidades indígenas locales, que guiaron y asistieron a los investigadores en el terreno. Las expediciones se realizaron en 2023 y 2024, y se identificaron las nuevas especies en parches de bosque separados por unos 50 km, todos cerca de la frontera con Perú.
Pequeñas, tóxicas y únicas
Las ranas Ranitomeya aquamarina y R. aetherea miden entre 15 y 17 milímetros de largo (el tamaño de una moneda de diez centavos). Ambas depositan sus renacuajos en pequeñas piscinas de agua formadas en la base de plantas similares a palmas, donde pasan gran parte del día forrajeando entre hojarasca y hojas húmedas.
El veneno que las hace famosas proviene de su dieta: insectos tóxicos que ayudan a estas ranas a generar sus propias reservas químicas letales. La coloración brillante actúa como una señal de advertencia para posibles depredadores.
Comportamiento reproductivo contrastante
Aunque físicamente similares, sus hábitos sociales difieren. R. aquamarina parece formar parejas estables, un comportamiento monógamo poco común en anfibios, observado por los investigadores al encontrar múltiples parejas juntas.
Por otro lado, los machos de R. aetherea suelen verse en solitario, emitiendo llamados para atraer hembras, quienes a menudo no permanecen mucho tiempo en una misma zona, lo que sugiere un sistema reproductivo más abierto o promiscuo.
Confirmación científica y amenazas ambientales
Dado que los patrones de color no son suficientes para diferenciar especies (algunas especies del mismo género comparten apariencia), los científicos recurrieron a secuenciación genética, análisis de vocalizaciones de apareamiento y mediciones morfológicas detalladas para confirmar que se trataba de especies distintas y no variantes de una ya conocida.
El estudio también alerta sobre la fragilidad del hábitat. En tan solo un año entre ambas expediciones, los investigadores notaron un avance preocupante de la deforestación en la zona. El comercio ilegal de mascotas, el cambio climático y los incendios forestales representan amenazas adicionales para estas especies que, hasta ahora, solo han sido vistas en un rango geográfico muy limitado.
Una ventana hacia futuros descubrimientos
Los científicos sospechan que podría haber más especies por descubrir en estos rincones de difícil acceso del Amazonas. De hecho, ya han recolectado al menos un posible nuevo ejemplar que aún está en proceso de análisis.
Más allá de su importancia ecológica y belleza, estas ranas podrían tener un valor biomédico aún por descubrir. Algunos compuestos presentes en la piel de otras ranas venenosas ya han demostrado potencial para el desarrollo de medicamentos.
“Es un camino largo desde el descubrimiento de una especie hasta encontrar una aplicación para la humanidad”, dijo Koch. “Pero para llegar ahí, primero tenemos que dejar que estas ranas sigan existiendo”.