Wellington. – El Gobierno de Nueva Zelanda anunció este viernes una inyección adicional de 577 millones de dólares neozelandeses (equivalentes a 304 millones de euros) al fondo destinado a incentivar la producción cinematográfica internacional en su territorio, en respuesta a la incertidumbre generada por los planes arancelarios del presidente estadounidense, Donald Trump.
La ministra de Finanzas, Nicola Willis, indicó que la medida tiene como objetivo reforzar la competitividad del país como destino para grandes producciones. “Esta financiación ayudará a atraer inversiones, empleos e ingresos a Nueva Zelanda, impulsando nuestro crecimiento económico. Estamos enviando un mensaje claro al mundo: Nueva Zelanda es el mejor lugar para hacer películas”, declaró.
Nueva Zelanda, reconocida mundialmente por haber sido escenario de franquicias como El Señor de los Anillos y Avatar, ofrece desde 2014 un programa de reembolso del 20 % de los gastos de producción a proyectos que superen los 15 millones de dólares neozelandeses (7,9 millones de euros).
Con la nueva partida presupuestaria, que será incluida en el proyecto de presupuesto nacional a presentarse el 22 de mayo, el fondo total del Programa de Reembolso a la Producción Cinematográfica Internacional se eleva a 1.090 millones de dólares neozelandeses (unos 574 millones de euros) para los próximos cuatro años.
El anuncio llega pocos días después de que el presidente Trump declarara su intención de imponer aranceles del 100 % a películas extranjeras como parte de un plan para reforzar la industria cinematográfica estadounidense. Aunque la Casa Blanca aclaró posteriormente que no hay una decisión definitiva, el mensaje encendió las alarmas en los principales países competidores.
Willis destacó la creciente competencia global, con más de 100 territorios —incluidos Australia, Canadá y el Reino Unido— ofreciendo incentivos “más generosos” que los actuales de Nueva Zelanda.
Según datos oficiales, el sector audiovisual neozelandés emplea a unas 24.000 personas y genera 3.500 millones de dólares neozelandeses anuales (aproximadamente 1.800 millones de euros), consolidándose como uno de los pilares de la economía creativa del país.