Villa Altagracia, San Cristóbal, R.D. — Han pasado 64 años desde que el puente Madrigal, conocido popularmente como el puente de La 40, colapsó tras una fuerte crecida del río Haina. A pesar del tiempo transcurrido y de los constantes reclamos de los residentes, la infraestructura no ha sido reconstruida, dejando a comunidades enteras expuestas al aislamiento y a múltiples riesgos.
La falta de este puente ha afectado profundamente a los distritos municipales de La Cuchilla y Medina, cuyos habitantes deben sortear condiciones precarias para movilizarse, especialmente en tiempos de lluvias, cuando el caudal del río se eleva peligrosamente.
La población local denuncia que el estado de abandono del lugar no solo limita el tránsito y la conectividad, sino que pone en peligro vidas humanas, retrasa el desarrollo socioeconómico de la zona y dificulta el acceso a servicios básicos como salud, educación y comercio.
“La reconstrucción de este puente no es un lujo, es una necesidad urgente para el desarrollo de nuestros pueblos”, expresan líderes comunitarios, quienes han solicitado en reiteradas ocasiones la intervención del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones.
La historia del colapso del puente se remonta a una creciente ocurrida en los años 60, cuando las fuertes lluvias arrastraron la estructura sin que desde entonces se haya ejecutado una solución definitiva. Mientras tanto, los habitantes cruzan el río a pie, en motocicletas o improvisando pasos arriesgados, exponiéndose a accidentes y otras emergencias.
La comunidad espera que, en el marco de los planes de infraestructura del Gobierno, se priorice finalmente la construcción del puente Madrigal, como parte de una estrategia de inclusión territorial y desarrollo sostenible para Villa Altagracia y zonas aledañas.