Bogotá.– En el marco de la proclamación del 2025 como Año Internacional de las Tecnologías Cuánticas por parte de Naciones Unidas, Colombia se ha sumado a la carrera regional por el desarrollo de estas tecnologías, junto con países como Chile, que ya había anunciado su ambición de liderazgo en la materia. Sin embargo, el debate en torno a la brecha digital y las desigualdades estructurales del país ponen en cuestión hasta qué punto esta apuesta puede convertirse en motor de desarrollo inclusivo.
Inversión en investigación
En abril, el Ministerio de Ciencia de Colombia lanzó la convocatoria ColombIA Inteligente 2025, con una inversión de 4,5 millones de dólares para financiar proyectos de investigación en inteligencia artificial y ciencias cuánticas. La iniciativa prioriza municipios vinculados a los programas de desarrollo con enfoque territorial, muchos de ellos históricamente golpeados por el conflicto armado.
La paradoja: innovación sin lo elemental
La propuesta ha sido recibida con escepticismo en ciertos sectores académicos y sociales, que advierten sobre la paradoja de apostar por lo cuántico mientras vastas zonas rurales carecen aún de electricidad estable o internet de calidad. Mientras regiones como Bogotá, Antioquia y Valle del Cauca concentran más del 50 % del PIB nacional, departamentos como Guainía, Chocó o Vaupés siguen marginados de la economía digital.
Especialistas advierten que, sin una estrategia de inclusión digital efectiva —infraestructura, educación y alfabetización tecnológica—, los beneficios de la IA o la computación cuántica quedarán restringidos a pocos polos de desarrollo y podrían profundizar la exclusión.
Retos técnicos y estratégicos
El futuro cercano de la computación cuántica es híbrido, con procesadores cuánticos actuando como aceleradores para tareas específicas y sistemas clásicos gestionando el resto del flujo de datos. Ello exige alta integración, baja latencia y proximidad de grandes centros de datos, infraestructura que en Colombia aún es incipiente.
A esto se suma la necesidad de laboratorios altamente especializados, equipos de criogenia de alto consumo energético y medidas de ciberseguridad para proteger datos sensibles y propiedad intelectual. En un contexto geopolítico marcado por disputas en torno a la soberanía tecnológica, depender de servidores externos eleva los riesgos de fuga de información y ciberataques.
Brecha cuántica y sostenibilidad
El país enfrenta el riesgo de una “brecha cuántica”, en la que la inversión en estas tecnologías se concentre solo en las grandes ciudades, ampliando desigualdades regionales. Además, el despliegue de infraestructura cuántica plantea un alto costo ambiental, desde centros de datos con gran demanda energética hasta sistemas de refrigeración.
Para que la apuesta cuántica sea sostenible, analistas subrayan la importancia de atender primero a lo básico: garantizar conectividad, acceso a electricidad y educación digital en comunidades rezagadas, al tiempo que se construyen ecosistemas de innovación regionales e inclusivos.
El desafío
Colombia no se equivoca al mirar hacia el futuro de la computación cuántica. Sin embargo, si no acompaña esa visión con políticas integrales de inclusión digital, la agenda cuántica corre el riesgo de convertirse en un discurso desconectado de las necesidades urgentes de la población.