Chiang Mai, Tailandia.– En el norte de Tailandia, detrás de un garaje común en una calle de Chiang Mai, el criador y tiktoker Tharnuwarht Plengkemratch convive con dos leonas blancas y un híbrido de león y tigre de 200 kilos llamado “Big George”. Su caso, lejos de ser único, es un reflejo de una preocupante tendencia nacional: el aumento acelerado de leones en cautiverio como mascotas o atractivos turísticos en cafés y granjas privadas.
En un país donde la legislación permite tener al “rey de los animales”, las redes sociales han amplificado el fenómeno. Plengkemratch acumula más de tres millones de seguidores en TikTok, donde documenta la vida diaria de sus felinos, promoviendo la idea de que estos depredadores pueden ser “cariñosos” y convivir con humanos. Pero expertos alertan que esta percepción es peligrosa, tanto para las personas como para los propios animales.
Más de 500 leones en cautiverio: un crecimiento fuera de control
De acuerdo con datos recabados por la Fundación Amigos de la Fauna Silvestre de Tailandia (WFFT), la población de leones cautivos en el país pasó de unos 130 ejemplares en 2018 a más de 500 en 2024, y continúa creciendo. Muchos de estos animales viven en condiciones inadecuadas, son objeto de tráfico ilegal o terminan desapareciendo sin registro, según advirtió Tom Taylor, representante de la fundación.
A pesar de una ley de 2022 que exige registrar a los leones, implantarles un microchip e informar en caso de mudanza, no existen controles estrictos sobre la reproducción ni sobre la tenencia de híbridos, como el “ligre” (león con tigre). El plazo de 60 días que la ley otorga para notificar el nacimiento de un león es considerado excesivo por los especialistas, ya que permite mover o comercializar las crías sin supervisión.
Tráfico y comercio de leones: una industria en expansión
La criadora Pathamawadee Janpithak, de 32 años, posee tres instalaciones con unos 80 leones, y afirma vender la mitad de los 90 cachorros que nacen anualmente. Comenzó en el negocio de cocodrilos, pero se trasladó al comercio de leones ante la caída del valor de los reptiles. Cada cachorro puede venderse por cerca de 15.000 dólares, aunque años atrás llegaron a costar hasta 25.000.
Los leones blancos, codiciados por su apariencia exótica —producto de una mutación genética—, son especialmente buscados, aunque su crianza en cautiverio aumenta los riesgos de consanguinidad y enfermedades hereditarias.
Muchos compradores son criadores o emprendedores que montan “cafés con leones”, locales donde los clientes pueden tomarse fotos o acariciar a los cachorros. Sin embargo, cuando los animales crecen, muchos de estos cafés se deshacen de ellos, lo que ha llevado a casos de leones traumatizados e incapaces de reproducirse.
Falta de controles y altos costos para el Estado
La Agencia de Parques Nacionales y Conservación de la Vida Silvestre de Tailandia (DNP) reconoce que la creciente población de leones representa un problema. Aunque han confiscado ejemplares y cerrado algunos establecimientos, la limitada capacidad financiera y logística del Estado dificulta las intervenciones.
“El coste de cuidar a un león por años es sustancial, y cada animal confiscado pasa a ser nuestra responsabilidad”, advirtió Sadudee Punpugdee, funcionario de la DNP. Los animales necesitan cuidadores especializados, instalaciones seguras, alimentación y atención médica constante.
En el santuario estatal de Suphanburi, los leones Khanom y Khanun —ambos rescatados— son atendidos por veterinarios como Natanon Panpeth, quien enfatiza que “el bienestar psicológico y físico de los animales debe ser la prioridad”.
Una bomba de tiempo si no cambian las leyes
Los expertos piden una reforma urgente de la legislación tailandesa para regular la reproducción, restringir la posesión privada y reforzar los controles sobre la venta de grandes felinos. De lo contrario, advierten, el país se enfrenta a un escenario alarmante donde el crecimiento descontrolado de estos animales podría convertirse en una crisis de bienestar animal y seguridad pública.
“El fenómeno de tener leones como mascotas o atracción turística puede parecer exótico, pero es insostenible y peligroso”, concluye Tom Taylor.
Mientras tanto, los rugidos de leones domesticados continúan escuchándose en los callejones de Chiang Mai y otras ciudades tailandesas, testigos de una moda que está poniendo a prueba los límites entre domesticación, entretenimiento y responsabilidad ética.