Washington.– La NASA ha anunciado un ambicioso y polémico objetivo: instalar un reactor nuclear en la superficie de la Luna antes de 2030. El proyecto, que busca garantizar energía estable para futuras misiones tripuladas y el desarrollo de una base lunar permanente, también se interpreta como un movimiento estratégico en la carrera espacial frente a China y Rusia.
Energía para misiones de larga duración
El anuncio llega en un momento clave del programa Artemisa, que prevé el regreso de astronautas a la Luna en 2027, más de medio siglo después del Apolo 17. La NASA plantea que una vez completada esta etapa, será necesario establecer una presencia humana permanente en el satélite, lo que requiere fuentes de energía continuas y confiables.
El principal desafío es la duración de la noche lunar, equivalente a 14 días terrestres, lo que hace insuficiente la energía solar para sostener una base habitada. “La iluminación no sería lo suficientemente continua como para producir la electricidad necesaria”, explica Xavier Pasco, director de la Fundación para la Investigación Estratégica (FRS).
Para Paul Wohrer, experto del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (Ifri), un reactor nuclear permitiría “flexibilidad de uso y disponibilidad de mayor cantidad de electricidad” para instalaciones de larga duración.
Desafíos tecnológicos colosales
Aunque la idea suena revolucionaria, los obstáculos técnicos son enormes. La NASA contempla el uso de SMR (reactores modulares pequeños), pero aún quedan dudas sobre su rendimiento en condiciones extremas de temperatura y sobre cómo disipar el calor sin agua, elemento esencial en los sistemas terrestres.
“El desarrollo de tecnologías de refrigeración específicas será indispensable”, señala Wohrer. También preocupa el transporte del uranio, los riesgos de radiación y la seguridad operativa.
A juicio de Pasco, la meta de 2030 es “extremadamente optimista”, pues aún no existen soluciones completas para todos los retos.
Una carrera contra China y Rusia
Más allá de lo técnico, el anuncio refleja un movimiento geopolítico. Según documentos internos revelados por Politico y la AFP, la NASA quiere adelantarse a los planes de China y Rusia, que ya han anunciado su intención de colocar un reactor nuclear en la Luna hacia 2035, como parte de su Estación Internacional de Investigación Lunar (ILRS).
“La principal prioridad de la NASA es mantener la delantera en esta confrontación espacial”, afirma Wohrer. Para Pasco, el mensaje de la agencia es claro: demostrar compromiso político y estratégico en un terreno que será decisivo en la competencia internacional.
Antecedentes de la energía nuclear en el espacio
El uso de energía nuclear fuera de la Tierra no es nuevo. Desde la década de 1960, sondas espaciales y satélites soviéticos han empleado reactores o generadores nucleares. Incluso, la NASA desarrolló el programa Kilopower en 2010 para crear reactores compactos destinados a misiones lunares y marcianas.
Además, los Principios de la ONU de 1992 autorizan el uso de energía nuclear en el espacio siempre que no existan alternativas razonables. Sin embargo, advierten sobre la necesidad de limitar riesgos y evitar que estas instalaciones sean usadas como herramientas de exclusión territorial.
Riesgos legales y estratégicos
El Tratado del Espacio de 1967 establece que ningún país puede apropiarse de la Luna. Pero los Acuerdos Artemisa de 2020, firmados por 56 países, introducen la idea de “zonas de seguridad” alrededor de instalaciones espaciales. En este contexto, el primer país que logre instalar un reactor nuclear podría reclamar de facto un área de exclusión, limitando operaciones de otras naciones.
El administrador interino de la NASA, Sean Duffy, advirtió que quien logre esa hazaña primero podría obtener una ventaja geopolítica decisiva.
Un futuro incierto
Aunque el proyecto avanza, los expertos dudan que el plazo de 2030 pueda cumplirse. Lo que sí está claro es que la energía nuclear se perfila como pieza clave en la próxima era de la exploración espacial, donde la Luna podría convertirse en el escenario central de una nueva carrera espacial internacional.