La Habana (EFE).– La vida cotidiana en el corazón de la capital cubana se desarrolla bajo un clima de desesperanza creciente, marcado por apagones diarios, acumulación de basura y la falta de agua corriente que afecta a miles de familias.
“¿Hasta cuándo es esto? No podemos más”, reclama indignada Zoila, madre habanera de 44 años, tras 23 días sin agua en su hogar. La vecina de Centro Habana, rodeada de montañas de desechos que desprenden un fuerte hedor, relata cómo la falta de electricidad también impide el bombeo de agua hacia las viviendas.
Crisis del agua y protestas
La situación ha provocado protestas vecinales recientes en barrios como Centro Habana, La Habana Vieja y San Miguel del Padrón. Según datos oficiales, 248.000 personas en la capital —más del 10 % de su población— carecen de acceso a agua corriente, cifra que refleja la precariedad de un servicio esencial en todo el país.
Vecinos como Adolfo, jubilado con una pensión equivalente a 12 dólares mensuales, sobreviven cargando cubetas de agua desde pisos bajos hasta los altos de edificios deteriorados. “No es fácil”, resume, mientras explica que debe hacer trabajos ocasionales de plomería para complementar sus ingresos.
Efecto dominó: energía, agua y basura
La crisis energética nacional, agravada desde 2024, provoca apagones de hasta diez horas en La Habana y más de veinte en otras provincias. Estas interrupciones afectan directamente al suministro de agua, ya que los equipos de bombeo tardan horas en reiniciar y, en ocasiones, se dañan por las oscilaciones del flujo eléctrico.
La recogida irregular de basura es otro problema crítico: gran parte de los camiones recolectores están averiados o sin combustible, lo que genera focos de infección, reconocidos incluso por el Ministerio de Salud Pública.
Viviendas en riesgo de derrumbe
El panorama urbano se agrava con el deterioro estructural de los edificios, muchos levantados hace más de medio siglo sin mantenimiento adecuado. Las lluvias del verano filtran agua en paredes debilitadas, que luego se agrietan y provocan derrumbes frecuentes, en algunos casos con víctimas mortales.
De acuerdo con cifras oficiales, el 37 % de las 3,9 millones de viviendas en Cuba se encuentran en estado regular o malo, reflejando la magnitud del problema habitacional en el país.
Una crisis prolongada
En más de cinco años de recesión, Cuba ha sufrido una contracción del 11 % de su PIB, con un impacto directo en el poder adquisitivo, el acceso a alimentos, medicinas y combustible. En barrios como Centro Habana, esta cadena de carencias se traduce en una rutina de resignación, protestas aisladas y un profundo sentimiento de abandono social.