Santo Domingo, 17 de junio de 2025. – La República Dominicana continúa posicionándose como uno de los mercados más prometedores de energías renovables en América Latina, gracias a su favorable ubicación geográfica y a las políticas públicas impulsadas en los últimos años. Sin embargo, nuevos desafíos financieros comienzan a emerger, y entre ellos, el costo del seguro se perfila como una de las mayores barreras para futuros desarrollos energéticos.
Así lo afirmó David Peña, líder de desarrollo de negocios de energía y renovables para América Latina de Marsh, quien advirtió que el aseguramiento de proyectos energéticos puede llegar a ser el segundo componente más costoso de una inversión, superado solo por la infraestructura.
“Hoy en día, el rubro de seguros puede determinar la viabilidad de un proyecto. Es esencial integrar a las aseguradoras desde la etapa de planificación”, puntualizó Peña.
Un mercado atractivo, pero con riesgos a considerar
República Dominicana ha realizado avances significativos en energía solar, eólica y en el impulso de marcos regulatorios que generan confianza entre los inversionistas. En comparación con otros países del Caribe y Centroamérica, Peña señaló que el país está “a la vanguardia” de la transición energética. No obstante, destacó que los riesgos climáticos y el aumento de costos del reaseguro internacional exigen una mayor planificación y gestión técnica-financiera.
El experto subrayó que las zonas de alto riesgo por huracanes, como algunas regiones del sur y este del país, pueden encarecer notablemente las pólizas. “La ubicación del proyecto influye drásticamente en la prima del seguro y en las condiciones de cobertura”, explicó.
Asimismo, hizo énfasis en que cumplir con la normativa nacional no siempre es suficiente para satisfacer los criterios de aseguradoras globales. “Es necesario entender lo que exige el mercado internacional, que es más riguroso y técnico”, dijo.
Almacenamiento con baterías: la próxima frontera
Entre las tecnologías emergentes con mayor potencial en el país, Peña destacó el desarrollo de sistemas de almacenamiento con baterías, una tendencia ya consolidada en mercados como Chile.
“Estamos viendo un creciente interés por parte de empresas internacionales en explorar esta tecnología en República Dominicana. Es clave para mejorar la estabilidad del sistema eléctrico y aprovechar al máximo la generación renovable”, afirmó.
También mencionó el papel que podría jugar el gas natural como fuente de respaldo en un sistema energético cada vez más basado en renovables, destacando su valor como energía de transición en escenarios de alta variabilidad climática.
Recomendaciones para una transición energética segura
Peña sugirió que los desarrolladores tomen en cuenta aspectos como la elección adecuada de tecnología, el fabricante y las horas de operación probadas, ya que estos factores inciden directamente en el nivel de riesgo percibido por las aseguradoras, lo que puede aumentar primas, deducibles y afectar la rentabilidad del proyecto.
“No se trata de que el asegurador tome decisiones técnicas, pero sí de anticipar condiciones del mercado de seguros para evitar contratiempos. La asesoría temprana es fundamental”, indicó.
Contexto regional y desafíos adicionales
Respecto al panorama regional, el especialista señaló que factores macroeconómicos, logísticos y políticos también influyen en la velocidad de la transición energética en América Latina. Mencionó, por ejemplo, los retos en el transporte especializado de equipos como turbinas eólicas y los posibles efectos de los cambios en la política energética de Estados Unidos sobre el financiamiento e interés empresarial.
Finalmente, advirtió que los riesgos naturales como huracanes deben ser considerados como factores determinantes en el diseño de proyectos. “En Puerto Rico vimos proyectos devastados mientras estaban en construcción. La gestión del riesgo climático no es opcional”, subrayó.
República Dominicana se mantiene firme en su impulso hacia una matriz energética más limpia y diversificada, pero el éxito a largo plazo dependerá también de su capacidad para gestionar los riesgos financieros, climáticos y técnicos que acompañan el desarrollo de grandes proyectos de infraestructura energética.