Cuando el presidente Luis Abinader concluya su segundo mandato, se abrirá la posibilidad de comparar en igualdad de condiciones las gestiones de los tres últimos mandatarios de la República Dominicana. Al completar dos periodos, como lo hizo Danilo Medina, y frente a los tres de Leonel Fernández —dos de ellos consecutivos—, se podrá realizar una evaluación más objetiva de los logros, estilos y aportes de cada uno al desarrollo nacional.
Sin embargo, ya desde ahora es evidente que Abinader ha marcado diferencias significativas en su manera de gobernar. Ha introducido prácticas inéditas en la política dominicana que, por su carácter disruptivo, comienzan a perfilarse como referentes para el futuro.
Dos gestos que rompen esquemas
Dos ejemplos ilustran este nuevo estilo. Primero, su participación en un debate presidencial como mandatario en funciones y favorito en las encuestas. Este gesto sienta un precedente que pone presión sobre los futuros presidentes-candidatos, quienes ya no podrán negarse sin costo político a este ejercicio de transparencia y rendición de cuentas.
El segundo hecho es aún más inusual: Abinader ha impulsado una reforma constitucional que eliminaría su posibilidad de optar por un nuevo mandato, aun contando con mayoría en el Congreso. Una propuesta así es casi impensable en la política dominicana contemporánea, donde la tentación continuista ha sido una constante. Por eso, no faltan quienes sospechan una segunda intención o “gancho” oculto.
Diálogo como política de Estado
En materia de diálogo político, Abinader no ha sido pionero —también Fernández y Medina promovieron espacios similares—, pero sí ha mostrado constancia en esa práctica. Ha convocado a la oposición en diversas coyunturas, incluyendo ahora con el tema migratorio, aunque muchas veces los llamados no reciben el eco esperado.
En este punto, se revela una paradoja: muchos líderes promueven el diálogo como valor abstracto, pero lo esquivan cuando la invitación proviene desde el poder. No es lo mismo abogar por el diálogo que sentarse realmente a conversar.

