Un hallazgo genético en el glioma difuso de línea media (DMG) ofrece una prometedora vía terapéutica para enfrentar uno de los tumores más agresivos de la infancia.
Un estudio publicado recientemente en la revista Molecular Cell ha revelado un mecanismo genético fundamental que impulsa el crecimiento del glioma difuso de línea media (DMG), un tumor cerebral altamente agresivo que afecta principalmente a niños y adolescentes. El descubrimiento podría marcar un antes y un después en el tratamiento de esta enfermedad, que hasta el momento cuenta con opciones terapéuticas muy limitadas y baja tasa de supervivencia.
El DMG, clasificado como grado IV por el Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU., se caracteriza por su crecimiento rápido y su localización en áreas cerebrales críticas como el tronco encefálico, el tálamo o la médula espinal. Su naturaleza difusa e infiltrante impide la resección quirúrgica completa y limita las intervenciones curativas.
En este contexto, investigadores identificaron un complejo de silenciamiento génico, CBX4/PCGF4-cPRC1, como pieza clave para la supervivencia del tumor. Aunque representa una fracción pequeña del contenido tumoral, este complejo actúa como un “candado molecular” que desactiva genes que, de activarse, podrían frenar el crecimiento del tumor o inducir la muerte de sus células.
“La mutación H3K27M, típica del DMG, altera profundamente los mecanismos de regulación génica, pero el tumor conserva estratégicamente este complejo para asegurar su proliferación”, explicó a Infobae el Dr. Gabriel Ércoli, médico genetista (MN 142.115). “Esta dependencia representa una vulnerabilidad que podría aprovecharse para desarrollar terapias dirigidas”, añadió.
La complejidad del DMG: un desafío médico
La Dra. Romina Argañaraz (MN 122.978), neurocirujana del Hospital de Pediatría Juan P. Garrahan, subrayó la gravedad del diagnóstico: “El tronco encefálico, donde se localiza frecuentemente el tumor, regula funciones vitales como la respiración, el ritmo cardíaco y la deglución. Intentar extirpar un tumor difuso en esa región sería como quitar tinta de una esponja sin dañarla: es inviable sin afectar funciones críticas”.
El diagnóstico suele realizarse en etapas avanzadas, una vez que el tumor ha provocado síntomas neurológicos como dificultades para caminar, debilidad muscular, estrabismo o problemas para tragar. “Estos déficits impactan severamente la calidad de vida desde el inicio y progresan con rapidez”, explicó la especialista.
Actualmente, la radioterapia es el tratamiento estándar, aunque ofrece un beneficio limitado y transitorio. La cirugía se utiliza solo para obtener biopsias o aliviar presión en zonas afectadas, pero no tiene fines curativos.
Avances en investigación y medicina personalizada
La mutación H3K27M en la histona H3, que define biológicamente al DMG, interfiere en la metilación del ADN —un proceso esencial para silenciar genes de forma controlada— y contribuye a la agresividad del tumor. No obstante, el hallazgo del complejo CBX4/PCGF4-cPRC1 como mecanismo específico de silenciamiento abre una nueva vía de investigación.
“El tumor depende de ese complejo para sobrevivir. Si logramos desactivarlo con fármacos específicos, podríamos frenar su progresión sin dañar células sanas”, señaló Ércoli.
Este enfoque representa un cambio de paradigma frente a terapias convencionales poco efectivas. “Estamos ante una diana terapéutica concreta que podría revolucionar el manejo de este tipo de cáncer pediátrico”, destacó Argañaraz.
Por el momento, fármacos como ONC201, dirigidos contra las consecuencias de la mutación H3K27M, están siendo evaluados en ensayos clínicos. También se investiga la combinación de radioterapia con inmunoterapia, así como terapias celulares como la CAR-T. Sin embargo, los especialistas coinciden en que aún se necesita mayor evidencia antes de su implementación clínica.
Perspectivas de futuro
El estudio del perfil genético de estos tumores no solo permite un diagnóstico más preciso, sino que también orienta hacia una medicina personalizada. “La genética ofrece herramientas esenciales para comprender por qué algunos tumores son más agresivos que otros y permite adaptar tratamientos a las características de cada paciente”, remarcó Ércoli.
El hallazgo del complejo CBX4/PCGF4-cPRC1 se suma a los esfuerzos de la ciencia por ofrecer esperanza a quienes padecen este tipo de cáncer. Aunque el camino hacia un tratamiento efectivo aún requiere tiempo y validación clínica, los investigadores coinciden en que este descubrimiento representa un paso prometedor hacia una mejora real en la calidad y esperanza de vida de los pacientes pediátricos.