Washington. Más de cinco años después de la aparición del COVID-19 en Estados Unidos, el virus continúa provocando muertes cada semana, aunque en una escala muy inferior a la registrada durante los picos de la pandemia.
Según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), un promedio de 350 personas fallecieron semanalmente durante el último mes debido a complicaciones relacionadas con el virus. Esta cifra contrasta drásticamente con las 25,974 muertes semanales reportadas en enero de 2021, en el punto más alto de la crisis sanitaria.
Factores determinantes
Especialistas en salud pública explican que, aunque los niveles de mortalidad han disminuido, el COVID-19 sigue siendo una amenaza persistente, especialmente para las personas de mayor vulnerabilidad.
Tony Moody, profesor del Departamento de Pediatría y Enfermedades Infecciosas del Centro Médico de la Universidad de Duke, señaló que el virus continúa circulando activamente, lo que explica la persistencia de los fallecimientos: “Las personas siguen contagiándose”, afirmó en declaraciones a ABC News.
Entre los factores identificados por los expertos como causas del mantenimiento de estas cifras están la baja cobertura de vacunación, la reducción de la inmunidad con el tiempo y el acceso limitado a tratamientos médicos.
De acuerdo con los CDC, durante la temporada 2024-2025, solo el 23 % de los adultos mayores de 18 años recibió la vacuna actualizada contra el COVID-19 hasta la última semana de abril. En el caso de los niños, la cobertura apenas alcanzó un 13 %.
Gregory Poland, experto en vacunología y presidente del Instituto de Investigación Atria, destacó que la baja aceptación de la vacuna es un factor clave. Añadió que ciertas personas, como las inmunodeprimidas, no desarrollan una respuesta inmune adecuada, aun estando vacunadas. “El problema más común es que las personas inmunodeprimidas no pueden responder bien”, señaló.
Recomendaciones sanitarias
Las autoridades sanitarias mantienen sus recomendaciones de vacunación para toda la población mayor de seis meses, haciendo énfasis en los grupos de mayor riesgo, como adultos mayores y personas con condiciones de salud preexistentes.
“Es especialmente importante recibir la vacuna contra la COVID-19 2024-2025 si tiene 65 años o más, si pertenece a un grupo de alto riesgo o si nunca ha recibido la vacuna contra la COVID-19”, indican los CDC.
Entre las razones que justifican la aplicación de la vacuna actualizada se encuentran:
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La protección inmunológica disminuye con el tiempo.
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La inmunidad natural tras una infección también se reduce con los meses.
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Las nuevas vacunas están adaptadas a las variantes más recientes del virus.
El desafío continúa
Aunque las cifras actuales muestran un panorama más controlado en comparación con los momentos más críticos de la pandemia, los expertos insisten en que el COVID-19 sigue siendo un reto importante para la salud pública. La combinación de vigilancia epidemiológica, vacunación oportuna y atención a los grupos vulnerables será clave para continuar reduciendo los efectos del virus en la población estadounidense.