Redacción Internacional | 23 de junio de 2025
El estrecho de Ormuz, una franja marítima de apenas 50 kilómetros de ancho y vital para el comercio global de hidrocarburos, vuelve a situarse en el epicentro de las tensiones internacionales tras una nueva amenaza de bloqueo por parte de Irán. La declaración, impulsada por parlamentarios iraníes como respuesta a recientes bombardeos estadounidenses sobre instalaciones nucleares, reactiva una vieja y peligrosa advertencia que podría desatar una crisis energética de escala mundial.
Aunque la decisión final sobre su cierre compete al Consejo Supremo de Seguridad Nacional —máxima autoridad de defensa en Irán—, la amenaza tiene implicaciones serias. En este corredor circula aproximadamente el 20 % del petróleo mundial, según la Agencia de Información Energética de Estados Unidos (EIA), lo que convierte a esta estrecha vía en uno de los puntos neurálgicos más sensibles de la geopolítica global.
Una geografía estratégica con historia militar
Ubicado entre Irán y el sultanato de Omán, el estrecho de Ormuz está flanqueado por islas de gran valor militar como Qeshm, Larak y Ormuz, así como por las islas Gran Tomb, Pequeña Tomb y Abu Musa —ocupadas por Irán desde 1971— que ofrecen vistas privilegiadas sobre las costas de países del Golfo como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Catar, Baréin, Irak y Kuwait.
Además de su importancia geopolítica, la vía es esencial para el transporte de gas natural licuado (GNL), especialmente desde Catar. Más del 80 % de los productos energéticos que cruzan el estrecho tienen como destino las economías asiáticas, entre ellas China, India y Japón.
Solo Arabia Saudita y los Emiratos Árabes cuentan con rutas alternativas mediante oleoductos capaces de transportar hasta 2.6 millones de barriles diarios, lo que representa una fracción limitada del volumen que normalmente fluye por esta vía marítima.
Consecuencias de un eventual cierre
Según expertos, un cierre unilateral del estrecho no solo impactaría a los mercados energéticos globales, sino que también afectaría a Irán. “Socavaría lo que queda de sus alianzas, bloquearía sus propias exportaciones de petróleo y debilitaría aún más su ya deteriorada economía”, advirtió el profesor Thomas Juneau, de la Universidad de Ottawa.
Justin Alexander, economista especializado en el Golfo, explicó que incluso aliados estratégicos como China o Irak se verían perjudicados, lo que colocaría a Irán en una posición diplomática aún más compleja.
Además, la Quinta Flota de la Marina de Estados Unidos, estacionada en Baréin, mantiene una presencia permanente en el área, lo que hace del estrecho una zona altamente militarizada y propensa a incidentes.
Un historial de tensiones y confrontaciones
El estrecho de Ormuz ha sido escenario de múltiples enfrentamientos y escaramuzas navales. Durante la guerra Irán-Irak (1980–1988), conocida como la “guerra de los petroleros”, más de 500 buques fueron atacados. En 1988, el USS Samuel B. Roberts fue casi hundido por una mina iraní, y meses después, el USS Vincennes derribó por error un avión civil iraní, matando a 290 personas.
En años recientes, la situación ha vuelto a escalar. En 2019, incidentes de sabotaje a petroleros, derribo de drones y bloqueos temporales pusieron a Washington y Teherán al borde del conflicto armado. Más recientemente, en abril de 2024, los Guardianes de la Revolución abordaron el buque MSC Aries, bajo bandera portuguesa, acusando a su armador de vínculos con Israel.
Un punto de inflexión para la seguridad energética global
Con los precios del petróleo fluctuando y el riesgo de una escalada militar en la región, la comunidad internacional observa con atención los próximos pasos de Teherán. Un bloqueo efectivo del estrecho de Ormuz provocaría una disrupción severa en los mercados energéticos y pondría a prueba las capacidades diplomáticas y militares de las potencias involucradas.
Mientras tanto, analistas insisten en que el camino hacia una solución pasa por el diálogo y la contención. Un nuevo conflicto armado en esta zona estratégica no solo afectaría a Medio Oriente, sino también a la estabilidad económica global.