Santo Domingo.– Una mirada basta para notar una coincidencia que muchas veces parece más que casual: algunas mascotas parecen reflejar la apariencia o personalidad de sus dueños. ¿Es solo imaginación? ¿O existe una explicación científica detrás de este fenómeno que ha inspirado memes, estudios académicos y hasta campañas publicitarias?
Diversos investigadores del comportamiento humano y animal aseguran que esta similitud va más allá de la apariencia física. El fenómeno tiene raíces en la psicología, la biología del apego y hasta en los mecanismos inconscientes de elección.
Un patrón que no es nuevo
El primer gran estudio que abordó esta temática fue realizado por el psicólogo Michael Roy, del College of William and Mary, en Virginia. En su experimento, fotografió a dueños y a sus perros por separado, y luego pidió a un grupo de personas emparejarlos. El resultado: en una mayoría de los casos, los participantes lograron identificar correctamente qué perro pertenecía a qué persona. El resultado no se repitió con razas de perros con poca variación física, lo que sugiere que la elección visual tiene un peso importante.
La preferencia por lo familiar
Los científicos explican que los humanos tienen una tendencia psicológica conocida como homofilia: sentirse más atraídos hacia lo que se les parece. En el caso de los animales, esto puede ocurrir al momento de elegir una mascota: seleccionamos sin darnos cuenta rasgos que nos resultan familiares, incluyendo forma del rostro, tamaño o incluso nivel de energía.
“Elegimos a nuestras mascotas con el mismo tipo de inconsciente visual que usamos para elegir a nuestras parejas o amigos”, explicó Roy en una entrevista académica. Es una forma de buscar seguridad emocional en lo conocido.
Comportamiento que se moldea con la convivencia
El parecido entre mascotas y dueños no solo se limita al físico. Un estudio realizado por el psicólogo Stanley Coren, de la Universidad de Columbia Británica, encontró que los dueños extrovertidos suelen tener perros más sociables y activos, mientras que personas más tranquilas prefieren animales dóciles o introvertidos.
La convivencia diaria moldea la conducta de ambos. El perro aprende a leer y reproducir señales emocionales de su dueño, mientras que el humano refuerza ciertos comportamientos sin notarlo. A esto se le llama coadaptación conductual.
Reflejo emocional y apego
Desde el punto de vista emocional, algunos expertos aseguran que los dueños proyectan inconscientemente sus emociones o incluso su imagen en sus mascotas. Este reflejo emocional ayuda a crear un fuerte lazo de apego y hace que se perciba mayor similitud.
Además, la rutina compartida influye. Dormir a la misma hora, salir a caminar juntos, responder al tono emocional del hogar… todo esto va tejiendo una simbiosis que fortalece la conexión entre humano y animal.
El caso de los gatos y otras mascotas
Aunque la mayoría de los estudios se centran en perros, también se han registrado coincidencias entre personas y sus gatos, aves o incluso roedores. Sin embargo, la evidencia es menos consistente, posiblemente por las diferencias en la domesticación y la interacción diaria.
Más que una curiosidad, un vínculo real
Lo que comenzó como una observación curiosa se ha convertido en un campo de estudio sobre cómo los humanos construyen relaciones afectivas con otras especies. El parecido entre mascotas y dueños es, en esencia, una ventana a entender cómo funciona el afecto, la identidad y la convivencia.
En un mundo que cada vez busca más compañía emocional y menos aislamiento, las mascotas siguen siendo un espejo fiel de quienes somos… o al menos, de cómo nos gustaría vernos reflejados.