Ochopee, Florida. – El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recorrió este martes un nuevo centro de detención de migrantes en el sur de Florida, conocido como “Alcatraz de los Caimanes”, y lo calificó como una herramienta clave en su política migratoria, pese a la fuerte controversia que ha generado por su localización y condiciones.
La instalación está ubicada en el antiguo Aeropuerto de Entrenamiento y Transición Dade-Collier, en una remota zona pantanosa de los Everglades, y ha sido fuertemente criticada por activistas de derechos humanos y ambientalistas.
“En muy poco tiempo, esta instalación albergará a algunos de los migrantes más amenazantes, a algunas de las personas más viciosas del planeta”, expresó Trump, de 79 años, durante su recorrido por el centro.
El mandatario estuvo acompañado por el gobernador de Florida, Ron DeSantis, y la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem. Durante su intervención, Trump ironizó con que los caimanes y serpientes que habitan en la zona servirán como “guardias naturales”, minimizando los costos operativos de seguridad.
“Muchos guardaespaldas y muchos policías en forma de caimanes… no hay que pagarles tanto”, bromeó el presidente.
Centro de detención rodeado de polémica
Apodado por medios como el “Alcatraz de los Caimanes”, este centro ha sido diseñado para albergar inicialmente a 1,000 migrantes, con posibilidad de ampliación hasta 5,000 detenidos. Según el gobierno, se prioriza la detención de inmigrantes con antecedentes penales, aunque organizaciones defensoras de derechos humanos denuncian que muchos han sido arrestados sin cargos formales y bajo criterios migratorios estrictos.
Trump llegó a afirmar que le gustaría deportar incluso a migrantes naturalizados como ciudadanos estadounidenses, calificándolos de “criminales”, una postura que ha generado rechazo por parte de juristas y activistas.
“Es controvertido, pero no me importa en absoluto”, aseguró.
El fiscal general de Florida, James Uthmeier, también defendió la ubicación remota del centro, destacando que “si alguien intenta escapar, lo único que encontrará son caimanes y pitones”.
Impacto ambiental y legal
La instalación ha provocado la indignación de grupos ecologistas por su proximidad al Parque Nacional de los Everglades, un ecosistema protegido que alberga más de 200,000 caimanes y especies en peligro de extinción. También han surgido preocupaciones sobre los riesgos reales de seguridad y la violación de estándares internacionales de derechos humanos.
Además, el Senado estadounidense aprobó este martes —por un margen estrecho— la llamada “Ley Grande y Hermosa”, un megaproyecto presupuestario que contempla financiamiento para la expansión de centros de detención y programas de deportación masiva, uno de los pilares del actual mandato de Trump.
Críticas de organizaciones de derechos humanos
Grupos como la ACLU y Amnistía Internacional han calificado el centro como “una violación flagrante de derechos fundamentales” y han exigido una revisión judicial inmediata de sus condiciones.
“La criminalización indiscriminada de personas por su estatus migratorio, sumada al aislamiento extremo de este centro, pone en riesgo la vida y la dignidad de miles”, advirtió en un comunicado la organización Human Rights Watch.
El centro “Alcatraz de los Caimanes” se perfila como uno de los símbolos más controversiales de la actual política migratoria estadounidense, marcando un giro radical hacia medidas de disuasión extrema.