Mientras Perú y Ecuador multiplican su producción y exportaciones, la República Dominicana exhibe crecimiento marginal y falta de políticas públicas enfocadas al sector.
Santo Domingo. – En enero de 2024, el precio del cacao alcanzó un récord histórico de US$10,710 por tonelada métrica, impulsado por condiciones climáticas adversas en África Occidental, brotes de plagas como el virus de la hinchazón del cacao y la enfermedad de la Vaina Negra, y un aumento constante de la demanda internacional. Esta cifra supera incluso el precio del cobre y equivale a 20 veces el valor de una tonelada de petróleo crudo.
Los países que han sabido anticiparse a este auge, como Ecuador y Perú, han experimentado aumentos extraordinarios en sus exportaciones. Ecuador pasó de exportar US$425 millones en 2010 a US$3,618 millones en 2024, mientras Perú incrementó sus ventas externas de US$90 millones a US$1,250 millones en el mismo período. Estas cifras corresponden a crecimientos en volumen exportado de 243 % y 574 %, respectivamente, gracias a políticas públicas agresivas que fomentaron la expansión de áreas sembradas y mejoras en productividad.
En contraste, la República Dominicana solo logró aumentar en 14 % su volumen de exportación entre 2010 y 2024, lo que se tradujo en un incremento de apenas 2.6 veces en el valor exportado, muy por debajo del desempeño regional. De haber alcanzado tasas de crecimiento similares a las de Ecuador o Perú, el país habría generado entre US$1,438 millones y US$2,825 millones en exportaciones de cacao en 2024, cifras comparables con el total de las exportaciones auríferas del país.
Agricultura, aún relegada
El sector agrícola, y en particular el de exportación de productos tradicionales, continúa siendo uno de los menos priorizados en la política económica nacional. Aunque más de 40,000 familias se dedican al cultivo del cacao en 2.75 millones de tareas distribuidas en 16 provincias, la expansión del área sembrada ha sido limitada. Entre 2010 y 2024, el país solo añadió 318,000 tareas, pasando de 2.44 a 2.75 millones, mientras que Perú y Ecuador triplicaron sus superficies cultivadas.
Datos del Ministerio de Agricultura indican que la productividad del cacao nacional alcanzó 75 libras por tarea en 2023, frente a las 53 libras de 2010. Sin embargo, expertos independientes estiman que el rendimiento real es inferior, situándose entre 55 y 60 libras por tarea, lo que pone en duda el liderazgo regional en productividad.
Falta de respuesta institucional
A pesar de las oportunidades generadas por los precios internacionales, el Estado dominicano no ha desplegado una respuesta coordinada ni eficaz. Productores de provincias como Monte Plata, Hato Mayor y El Seibo —entre las principales zonas cacaoteras— denuncian su exclusión de los programas de emergencia, aun cuando las lluvias recientes han acelerado la maduración de las mazorcas y saturado los centros de fermentación y secado, elevando el riesgo de proliferación de hongos y pérdidas económicas.
Expertos del sector plantean que el gobierno debería movilizar recursos con urgencia para facilitar transporte, rehabilitar caminos, aumentar la capacidad de secado y conformar brigadas de apoyo para la cosecha y procesamiento. De no hacerlo, el país podría enfrentar una caída significativa en la calidad del cacao exportado, así como un impacto negativo en los ingresos por divisas y en la cartera de préstamos del Banco Agrícola.
Oportunidad estratégica
Más allá de las medidas de corto plazo, la coyuntura exige una visión estratégica a mediano y largo plazo. Entre las acciones necesarias se incluyen:
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Ampliar y modernizar la infraestructura de manejo postcosecha.
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Ejecutar un programa nacional para la conversión de plantaciones improductivas (“gallolocas”).
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Introducir sistemas de irrigación eficientes que reduzcan la dependencia de las lluvias.
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Crear incentivos para la expansión controlada y sostenible del área sembrada.
Dada la persistencia de las condiciones que han impulsado el alza de precios —como el cambio climático y la limitada oferta global—, el cacao representa una de las apuestas más seguras para el país dentro del agroexportador. A diferencia de mercados especulativos como las criptomonedas, el cacao tiene demanda real, usos industriales diversificados y sostenibilidad en el tiempo.
Un “cariñito” al cacao dominicano podría traducirse en una fuente segura de divisas, empleos rurales dignos y un mayor posicionamiento internacional. Lo que falta no es potencial, sino decisión política.